La primera presidenta del Perú
Desde hace veinte años el Perú ha estado tratando de evitar que la presidencia de la república sea tomada por la hija del dictador Alberto Fujimori, sin embargo, eso ya se logró el 7 de diciembre del año 2022 cuando la entonces vicepresidenta Dina Boluarte asumió el mando del país. Así que nos encontramos ante uno de esos casos raros de siamesas que tienen un mismo cuerpo pero dos cabezas, el mismo cuerpo corrupto del fujimorismo y cerronismo, los dos extremos políticos que escapando uno del otro se juntan, se reconocen, se apoyan. Las dos cabezas son las de Dina y Keiko, una ostenta el título de presidenta, la otra tiene el poder.
Quienes pensaban que una presidenta mujer gobernaría en pro de las mujeres tiene hoy la prueba fehaciente de que ser mujer no es garantía de nada, si tu ser mujer se ha forjado en las canteras del patriarcado, del machismo, del colonialismo, del racismo y de la misoginia estrucutural, a los que jamás has cuestionado. En tal caso, tener faldas y usar vestido no significa ningún cambio sustantivo, por el contrario es una carta más de opresión al usar el ser mujer para victimizarse y para deslegitimar las críticas y las responsabilidades sobre acciones inconstitucionales, corruptas o simplemente inmorales. La primera presidenta del país no ha tenido ni un solo gesto, acción, medida en favor de las mujeres, por el contrario, desde el día uno ha sido la más cruel, la más voraz, la más sanguinaria después de los representantes de la corona española que subyugaron y mataron a millones de indígenas, legítimos habitantes de estas tierras hoy llamadas Perú. No en vano su ingreso al poder estuvo marcado por el asesinato de cuarenta y nueve peruanos y peruanas inocentes a quienes no se ha dignado ni siquiera a reconocer y enterró, calumnió y humilló sin compasión.
Si apesar de ser obvio necesitan algún indicio de esta horrorífica entidad bicéfila que nos gobierna, la prueba más palpable, pública y visible es que las dos rinden culto al padre, al fundador de las prácticas de corrupción sistemáticas que sufre nuestro país: Alberto Fujimori. Dina Boluarte permitió que el reo Fujimori fuera indultado, que pasara en libertad los últimos días de su vida y que una vez muerto recibiera los honores de estado y tres días de duelo nacional, de un país al que desfalcó, mintió, robó, destruyó, vendió al mejor postor, humilló y siempre despreció porque no era el país donde había nacido sino simplemente el lugar donde se hizo rico cometiendo todos los crímenes posibles. La otra prueba tambien visible, pública y evidente es aquella seguida por la bancada de Fuerza Popular, aquella que ha aceptado y respaldado con su voto todas las medidas de este gobierno, al punto que su vocera se ha quedado muda, ya no salta a las páginas de su prensa comprada para criticar, para rechazar, para desprestigiar a la presidenta, como hizo con todos y cada uno de los hombres que la precedieron, con especial ahínco en Pedro Castillo, el que por pobre y por campesino, merecía el máximo de su desprecio. No, esa no es solidaridad de género, eso es protección a la familia, Keiko protege a la hermana que necesita para existir.
La que se llama madre de todos los peruanos mancha con sus acciones el nombre de todas esas mujeres que se sacrifican día a día porque sus hijos tengan qué comer, dónde dormir y un futuro, aunque incierto y lleno de obstáculos. Dina Boluarte actúa más bien como las peores madrastras de la narrativa infantil. Como la madrastra de Blanca Nieves, la vanidad la lleva a mentir para hacerse una cirugía plástica y verse más bonita. Como la madrastra de Cenicienta, mata de hambre y enferma a miles de niños con comida podrida distribuida por Qali Warma. Además le da la espalda a cientos de niñas awajún violadas por sus profesores. Dina Boluarte no es la madre de todos los peruanos, es la verdugo.
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