Crónica de una dictadura anunciada
Ha habido un empate técnico entre las propuestas para el récord Guinness de la conchudez. A las cuatro opciones que propuse en las que peleaban por el primer puesto Alberto Fujimori, el actual Congreso de la República, el actual burromaestre de Lima y la actual Fiscal de la Nación, hay que añadir ahora a la imbatible, a sí misma llamada presidenta del Perú, Dina Boluarte, quien sigue proclamándose democrática cuando carga 60 muertes encima. En el colmo de su conchudez, acusa a Pedro Castillo, hoy preso, de ser el responsable. Como dice el viejo y conocido refrán: mejor cuéntame una de vaqueros. Quienes quieran participar en la revancha, por favor votar aquí.
La situación en el Perú es ahora lamentable y muestra todos los signos de una dictadura anunciada. Ante la vista y paciencia de todo el país, de la comunidad internacional, de los organismos de derechos humanos, el gobierno sigue monopolizando los poderes del estado, mintiendo sin tapujos, cambiando de opinión, tergiversando los hechos, acomodándose a las circunstancias y garantizando su mandato ilegítimo indefinidamente. Todos los partidos, las instancias de poder, los fujimoristas, los fascistas, los apristas y todos los oportunistas subidos al tren de la corrupción y la inmoralidad, apoyan y celebran el mandato de Dina Boluarte, mejor conocida como Dina Balearte.
A contracorriente, la población consciente ha luchado desde el día uno y ha entregado ya sesenta muertes en pos de la democracia, muertes que nunca debieron haber ocurrido porque la protesta es la forma de comunicación de la ciudadanía con el gobierno, legítima y necesaria. No son terroristas, no son narcotraficantes, no son delincuentes, son ciudadanos y ciudadanas que entienden perfectamente la situación crítica que el país está atravesando y no van a quedarse callados. Lamentablemente, las marchas no han funcionado, los paros nacionales no han funcionado, se sigue reprimiendo con fuerza excesiva y letal, se sigue ignorando las voces y las demandas del pueblo peruano. Esto es una dictadura, no hay duda: las muertes, la represión, la censura, la mentira, la conchudez lo dejan clarísimo. Más claro, imposible.
El presente gobierno no es solo inmoral y corrupto sino incompetente. Ha dejado abandonada a la población frente a las excesivas lluvias provocadas por el ciclón Yaku, que además de dejar a miles de damnificados hoy cobra la vida de otros miles de peruanos y peruanas atacados por el dengue, a consecuencia de las aguas estancadas en grandes cantidades. La situación de salubridad ha llegado también a la capital donde las altas temperaturas y las condiciones precarias en las que vive una gran parte de la ciudad agravan y facilitan la propagación de los casos de dengue.
Se ha criminalizado y se sigue atacando cobardemente a la población que pacíficamente se opone al control de sus tierras y recursos por parte de la minería y de los capitales internacionales. Se ha dejado desamparados a los trabajadores de las minas que quedan así a merced de los monopolios capitalistas que consideran sus vidas prescindibles y que no cumplen los protocolos de seguridad ni medioambientales mínimos para garantizar la salud y el bienestar de sus empleados y del entorno.
El Congreso de la República y la presidencia despilfarran millones de soles en gastos superfluos, pero para las catástrofes medioambientales, para compensar a los damnificados, para atender las necesidades del país, gritan que no hay dinero. En esa misma línea se encuentra el burromaestre de la capital, despilfarrando, mintiendo, mofándose de la población y robando a la ciudadanía sin ningún tapujo.
Aunque la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Organización de Estados Americanos, Amnistía Internacional, las Naciones Unidas e incluso, representantes de los Estados Unidos se han manifestado en contra de Dina Boluarte, el llamado ha elecciones no solo se ha postergado sino que ahora se pretende cambiar a las autoridades competentes para poner ahí peleles convenientes al poder. Día a día vemos como se encarcelan inocentes, se liberan delincuentes, se apañan delitos de quienes están en el poder y se persigue a quienes buscan que se haga justicia. Vivimos en el mundo al revés, de pronto la decencia, la libertad, la verdad está bajo coacción y la mentira, la oscuridad, la hipocresía es el pan de cada día.
El uso indiscriminado de la fuerza, la criminalización de la protesta, el terruqueo, la mentira, está a la orden del día y sin embargo, al despertar, Dina sigue ahí. No puedo negar que esta situación es dolorosa, triste, insoportable, que estar lejos se hace más difícil y que la impotencia es grande y pisa fuerte. Pero a la vez tengo plena fe y confianza en la sabiduría de mi pueblo y en que no se detendrán hasta que se vayan los usurpadores. Viva el Perú libre.
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