¡Qué hiciste Barbie!

Los primeros diez minutos son fabulosos.


Barbie en su casa: habitación, cocina, auto. Ropa limpia y bonita. Saluda a otras barbies. Es como tener todos los accesorios y todas las barbies en frente de tus ojos. En esos primero minutos se nos muestra la esencia de Barbie, el lugar vacío, el simulacro de humanidad que incluye su espacio, su cuerpo, su identidad inexistente. Así como el cartón de leche no tiene leche, así como el plato no tiene comida, así es Barbie, un cuerpo sin interior. 


Barbie no es ninguna persona real porque es “genérica”. El error inicia cuando ella asume que por ser ninguna, todas las mujeres pueden identificarse con ella y que por tanto es universal. Gran error.  Lo que Barbie entiende por universal es en realidad un modelo que se impone, un mandato a seguir que es opresivo y, por ello, no empodera a las mujeres, por el contrario, las aliena de su propia identidad. Las demás barbies representan profesiones, de presidenta a astronauta, con lo que se desea hacer ver que no hay límites para lo que las mujeres pueden lograr, también se busca mostrar diversidad, por lo que encontramos una barbie afrodescendiente, una barbie latina, una barbie sin curvas, una barbie “rara”. Sin embargo, aquí también se cae en un error, el hecho de que existan no las hace modélicas, sino variaciones o mejor dicho “desviaciones” del modelo supremo, de los estándares hegemónicos de la feminidad que Barbie representa.


La escena que muestra claramente esa imposibilidad de identificación ocurre en la escuela, cuando Barbie se planta delante de Sasha (Adriana Greenblatt), la que cree que es su “dueña”, la niña que juega con barbie, quien está junto con otras dos adolescentes en una mesa en el patio mirándola perpleja. Ellas no se ven como Barbie, por tanto, no pueden ser barbies. El mismo hecho de que ninguna tenga nombre y todas sean Barbie marca claramente su función arquetípica, su falta de personalidad y la imposibilidad de coincidir con un ser de carne y hueso. Barbie representa la belleza, por ello es genérica, como dijo ya hace mucho tiempo Naomi Wolf feminidad (femininity) es un código para falta de feminidad (femaleness) sumada a cualquier cosa que la sociedad esté vendiendo (The Beauty Myth). 


La trama lleva a Barbie a comprender, parcialmente, su error y a tratar de hacer más reales a las barbies, para lo cual debe vivir en carne propia la opresión masculina, ese elemento común entre todas las mujeres (barbies y no barbies del mundo). Aquí es cuando tiene sentido el contraste entre Barbieland y el mundo real (Venice Beach) dominado y organizado por los hombres. También cabe ese largo pliego de reclamos de Gloria (America Ferrera) que relata las tantas formas en que las mujeres se ven disminuidas en el trabajo, en la casa, en el espacio público, en la sociedad en general. 


Pero la experiencia de Barbie con el poder masculino no quedará ahí, Ken ha hecho un golpe de estado y ha borrado la memoria de las barbies “empoderadas” para convertirlas en servidoras de los kens. Esa tragedia estructural vuelve la realidad exterior (Venice Beach) y la realidad interior, la fantasía de Barbieland, en una sola y la misma sociedad, ambas sometidas al patriarcado. Si bien Barbie recupera su lugar en el mundo interior, el mundo exterior no cambia en lo absoluto, a lo máximo cambiará para Gloria y Sasha dado que su relación y su lugar en el mundo ha cambiado por la catarsis que experimentaron al sentir la sororidad entre mujeres y lo que la unión puede lograr, la fuerza de su poder colectivo, frente a su solitario confinamiento individual. 


Así contado el argumento no está tan mal, sin embargo, gran parte de la película mueve el foco de atención de Barbie a Ken, un Ken que sintiéndose víctima busca no la vuelta de tuerca, no la revolución de los géneros, sino la vuelta de la tortilla, el poder para sí mismo. 


Ken recrimina a Barbie no haberlo visto como persona, una demanda absurda porque Barbie no es persona, es un vacío, un modelo, un “genérico” contra el cual todas las mujeres se van a medir. Ella es objetivizada y, por tanto, no puede subjetizar si no empieza por ella misma. El mundo de Barbieland es un mundo de arquetipos ideales, pero no de identidades. Por ello, Ken, al vivir ahí es un vacío más que se somete a esa multiplicidad de generalidades que se impondrán como norma a las mujeres y en tal sentido es mostrado como un hombre “afeminado” dado que su propósito es verse bien, pasarla bien y estar a disposición de Barbie, como amigo, pues Barbie está concentrada en su vivencia exterior y no en la vivencia de su cuerpo, de ahí la falta de vagina, la asexualidad en la que ambos se desenvuelven porque la belleza que representa es tan solo visual, no puede albergarse como tal en un ser vivo de tres dimensiones. La belleza vacía que nos presenta Barbie no se relaciona ni con el sexo ni con el amor. Es tan cierto ello, que una vez que Ken asume su personalidad, ésta es la del macho mandamás autoritario que necesita la servidumbre femenina para consolidar su autoridad. Otro arquetipo que se instala, tan vacío como el de Barbie. No es que uno cancele al otro porque ambos cohabitan amigablemente en el mundo exterior, pero para fines dramáticos se hacen ver como opuestos en lo que no por nada se llama Barbieland y pasa a ser Horseland. Ken renuncia a ser el hombre asexual para ser el viril equino. 


Barbie, con ayuda de sus aliadas, debe hacer un trabajo de hormiga y separar a las barbies de los ken para sacarlas de la hipnosis de la servidumbre. Una vez recuperada la autoestima y su propósito en el orden social, les es posible volver a ocupar las cuotas de poder que tenían y restablecer el orden de su mundo fantástico. Para ello recurren a la forma más básica de la masculinidad la competencia, los celos y la disputa por la mujer. Es entonces cuando Barbie hace lo peor, lo más degradante, absurdo y ridículo posible, pedir disculpas a Ken. De pronto ella, que fue despojada, traicionada y condenada a la esclavitud de un pensamiento impuesto en beneficio de los hombres debe no solo recuperar su lugar sino pedir perdón por no haber podido evitar los impulsos egoístas, machistas y autoritarios de Ken. Con esa culpa acuestas decide enfrentar el mundo real, ser una mujer y por ello, su primera acción, es ir al ginecólogo, porque es el sexo, finalmente el origen de su opresión.  Barbie abandona la fantasía del género para caer en la del sexo. 


¡Qué has hecho Barbie (Greta Gerwig)! El mensaje no podía ser más tóxico. Volvemos al inicio.


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