Homenaje a Hugo Blanco
“Marca el puño compañero, Hugo Blanco es el primero”.
Ese es el primer recuerdo que tengo del gran luchador por la reforma agraria que hoy se nos fue de esta tierra. Con profunda tristeza escribo estas líneas para recordarlo.
Cuentan que de niña levantaba el puño y alentaba a votar por Hugo Blanco en cualquier parte y frente a cualquiera, lo cual no era muy prudente pero señala cómo las elecciones eran un espacio de confraternidad y de diálogo al interior de mi familia. Esas épocas en las que había y se sabía por quién votar, antes de que empezáramos a votar por el mal menor que siempre se nos tuerce.
Si bien Hugo Blanco fue una figura emblemática de la lucha campesina en el Perú, no supe a ciencia cierta qué había hecho hasta que vi el documental de Malena Martínez Cabrera, Hugo Blanco: Río profundo (2019). Me impresionó mucho verlo y aprender sobre el gran legado de Blanco. El amor y el cariño con el que lo recibe la gente en La Convención a su retorno después de más de veinte años dice más que mil palabras, ahí se evidencia como líder sincero y nato. Para ayudar a la difusión de ese documental que considero imprescindible, hice una reseña del mismo en inglés que apareció en el European Review of Latin American and Caribbean Studies (Issue 110: July-December 2020).
No, no tengo una foto con Hugo Blanco porque lo vi esporádicamente en algunas marchas, pero siempre lo he tenido presente como uno de nuestros grandes líderes, mucho más luego de entender su legado. Resumo aquí cuatro de las grandes enseñanzas que nos deja.
En primer lugar, Blanco fue consecuente con sus ideas, nunca se vendió al poder, que en los tiempos que corren es decir mucho. Al igual que Trotsky y Luxemburgo, puso sus valores políticos por encima de cualquier beneficio personal. Por ejemplo, en vez de crear una clínica para beneficio propio, como el actual congreso, Blanco sufrió de las restricciones del sistema de salud como todos los peruanos. Hace poco las hijas de Hugo solicitaron fondos a la comunidad internacional para pagar los gastos hospitalarios de su padre que se encontraba enfermo sin seguro, sin respaldo de ningún tipo, a pesar de su avanzada edad y de haber servido al Perú en múltiples ocasiones.
En segundo lugar, fue siempre crítico de los líderes de turno, cuestionador del aparato estatal y sus defectos. No fue servil a ningún cargo ni se acomodó en ningún sillón, del modo en que los congresistas de la actual legislatura pretenden enquistarse y así como lo han hecho milenarios políticos que tanto daño le hacen al país.
En tercer lugar, Hugo Blanco tuvo claridad en su pensamiento político, supo entender la amenaza de Sendero Luminoso y oponerse a la guerra y al odio que la lucha armada impuso en nuestro país, perpetuado por el ahora llamado “terruqueo”, la descalificación de cualquier persona que lucha por sus legítimos derechos.
En cuarto lugar, Hugo Blanco luchó porque en eso creía, lo impulsó la idea de hacer el bien a los más necesitados y murió habiendo vivido con integridad. Algo de lo que no solo tenemos que estar orgullosos sino que los políticos del presente y del futuro deberían seguir como ejemplo. La codicia no puede ser el impulso porque líderes como Blanco entienden que es al pueblo a quien se entregan y a quien en primer y último término responden.
¡Hasta siempre compañero!
Yo dije hace unos días que era mi padre político, para tí sería abuelo
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