Adiós a llegar más allá de las estrellas

Después de leer el artículo de Leif Weatherby (NYU) titulado “Lo que acaba de pasar en la Universidad de West Virginia debe preocuparnos a todos” (originalmente en inglés “What Just Happened at West Virginia University Should Worry All of Us"), publicado en el New York Times el 22 de agosto de este año, me puse a pensar en la serie Star Trek.

Si alguien ha seguido la popular serie, originalmente creada por Gene Roddenberry, y sus múltiples ramificaciones que fantasean con la utopía de que los humanos conozcan nuevos mundos, otras galaxias, otras especias, en el amplio y vasto universo, sabrán que en la mayoría de los casos las dificultades y retos que enfrentan se resuelven con los valiosos conocimientos de las humanidades. Es necesario no solo entender una lengua sino la cultura a la que pertenecen esas personas, hay que buscar soluciones creativas, pensar críticamente e imaginar lo inimaginable para sortear las más anodinas circunstancias. Hay que poner todo en cuestión, empezando por qué es el ser humano, qué es vida, qué es ser. 


Si no han visto la serie al menos habrán oído de algunos de sus personajes más conocidos, como por ejemplo Spock, del planeta Vulcan, o Data, el robot, o mejor dicho, una super sofisticada inteligencia artificial. Tanto Spock como Data comparten la nada ambiciosa tarea de entender qué es y cómo se define el ser humano, ambos luchan con esos aspectos esquivos de las personas como las emociones, las bromas, la comunicación corporal. Tanto Spock como Data fallan muchas veces en sus intentos por ser más humanos, o se frustran al afrontar esa compleja ciencia que dicta la existencia de los seres vivos. 


Al oír que la Universidad de West Virginia ha despedido a 169 profesores y cerrado 30 especializaciones, así de un porrazo y sin asomo de culpa. Dichos estudiantes perderán la memoria de lo que pasó antes de ellos y, a la par, no podrán construir futuros posibles. Sin contar que muchos hechos deleznables de la historia podrían repetirse como la esclavitud o el genocidio, conocimientos que precisamente las ciencias sociales y humanas transmiten. La razón de este guillotinazo es la influencia de una ala republicana conservadora que acusa a las artes liberales de ser “marxistas”. Ello es ya prueba tangible de que las humanidades son más necesarias que nunca para evitar caer en el fascismo, el oscurantismo y la muerte. 


Me entristece que los estudiantes de esa casa de estudios sean condenados a ser meros tecnócratas que aplicaran conocimientos pero que no debatirán, ni reflexionarán sobre el conocimiento en sí mismo. Tendrán que concentrarse en la tarea asignada, mirar lo que tienen enfrente, pero estarán negados a levantar la vista hacia las estrellas y les será imposible ir tras ellas. 

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