¿Retos al mito de la belleza?

El mito de la belleza (2013). Bha. Collage. Colección de la artista.

Escuché que Kate Winslet había causado una gran polémica por no haber querido que sus imágenes se retocaran. Fue por esa razón que llegué a Mare of Easttown (2021) una serie de televisión en la que Winslet es la protagonista, en el rol de Mare Sheehan, una detective policial en un pequeño pueblo en los Estados Unidos. 

Me tomó tiempo ver los siete capítulos de la serie porque el tema de fondo era el asesinato y desaparición de jóvenes en Easttown. Soy muy cauta cuando tengo que ver cualquier representación de violencia sexual hacia la mujer porque en la mayoría de los casos estas representaciones reafirman las creencias misóginas sobre las causas de la violencia hacia la mujer, dirigiéndola a las mismas mujeres y no a los perpetradores. Al final, vi la serie y por eso puedo comentar sobre ella. 


Lo bueno es que, en efecto, Mare es una detective que luce su edad, sus imperfectos más de cuarenta, con rollitos, arruguitas, típicas y comunes a todo cuerpo sobre el que se puede ver el paso del tiempo. Sin embargo, para un público que se quedó con la imagen de Winslet como la joven  Rose protagonista de Titanic (1997), no entienden cómo y por qué no se sigue viendo igual de delgada, lozana y guapa. La verdad es que es una mujer muy guapa, lamentablemente el mito de la belleza acepta solo una versión aceptable de belleza para la mujer en la que se conjugan la delgadez y la juventud, todo lo demás es descartado. Esos que reclaman a Winslet por no verse como Rose no están locos, sino que siguen una tendencia muy común en la sociedad, la demanda de eterna belleza. En tal sentido, Mare Sheehan y Kate Winslet ponen en jaque al mito, como dice Naomi Wolf “es un derecho de las mujeres elegir cómo se quieren ver y qué quiere ser, en vez de obedecer lo que las fuerzas mercantiles y la multibillonaria industria de los anuncios publicitarios dicta” (mi traducción). 


Al ver la serie descubrí que habían hechos mucho más llamativos y graves. En primer lugar, parece que a nadie le asombra ni le perturba el hecho de que gran parte de las jóvenes de la serie se dedican a la prostitución y de un modo u otro ese es el marco en el que son objeto de violencia. Más aún, la víctima principal de la serie, Erin, estuvo en una “relación romántica” con un amigo íntimo de su padre, lo que implica varios niveles de opresión sexual dada la diferencia de edad y la confianza traicionada. Además, este hombre está casado, con hijos, pero eso no le impide entablar una “relación” con una joven menor de edad, lo que a todas luces no es ético y es un abuso de poder. Sin embargo, ese hecho concuerda con las estadísticas y con la realidad de la violencia sexual hacia la mujer, especialmente jóvenes y niñas, al ser en un 75% perpetrada por sus familiares o personas conocidas. 


Aunque son pocas las imágenes violentas que se muestran, me parecen completamente innecesarias, dado que las formas de la violencia hacia la mujer ya están integradas en el imaginario colectivo y son preponderantes, por lo que la opción ética, para mí, es evitarlas siempre. Por el contrario, es importante mostrar y bombardear de imágenes positivas, de fortaleza y de resistencia, para contrarrestar la cultura de la violación que es la hegemónica en la sociedad moderna.



Escuché que Sarah Jessica Parker había causado una gran polémica por mostrarse con su edad y negarse a que se añadieran retoques a su imagen. Fue así como llegué a And Just Like That… (2021) la serie de televisión que es la continuación (años después) de Sex and the City (1998). Es verdad que las actrices salen sin intención de ocultar las arruguitas de más, pero todas ellas se ven regias, delgadas y en su segunda juventud, lo cual sigue reforzando el mito de la belleza estudiado por Wolf en 1991, pero cuyos tentáculos claramente se extienden al presente. 


En cuanto a la edad, la serie contradice el mito de la eterna juventud como sinónimo de belleza, pero en torno a los modelos de cuerpo, la serie sigue priorizando un cuerpo delgado o extremadamente delgado. La única excepción es Che Diaz (Sara Ramírez) la pareja de Miranda. Algunas heridas al mito de la belleza han sido causadas, pero todavía sigue manteniéndose como el ideal general. Hay que aclarar, como señala Wolf, que el mito de la belleza no tiene nada que ver con las mujeres, está relacionado con las instituciones masculinas y el poder institucional. 


Podemos concluir que hay un poco más de espacio de libertad, pero el mito de la belleza sigue vivito y coleando.


Referencia

Wolf, Naomi. The Beauty Myth. How Images of Beauty Are Used Against Women. [El mito del a belleza. Cómo las imágenes de belleza son usadas contra las mujeres] New York, Harper Perennial, [1991] 2002.

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