El poder de verse reflejadas



Si hay algo bueno que tiene Estados Unidos es su apoyo al deporte. Si hay algo malo es que este apoyo es principalmente a los hombres deportistas. 

Para concentrarnos en un solo deporte hablemos del fútbol. Es hace menos de un año, julio 2023, que se promulgó la ley de paridad, independientemente del sexo, para todos los atletas del equipo nacional de Estados Unidos, incluida la Copa Mundial de fútbol. Este logro, aunque tardío, ocurrió luego de que las mujeres del equipo nacional, cuatro veces campeonas (1991, 1999, 2015, 2019) y medallistas olímpicas (1996), ganaban muy por debajo del equipo masculino del mismo deporte, aunque éste jamás había logrado llegar a las finales. 


Según un artículo de Adelphi University, en promedio las deportistas mujeres ganan tan solo el 83% que sus pares masculinos, pero al ver las cifras por deporte la distancia se acrecienta drásticamente. En el fútbol, el promedio que recibía un hombre era $471,279, frente a $54,000, es decir, apenas el 11% del salario masculino. La diferencia también se expresa en los premios que recibe uno u otro equipo como resultado de su participación en la Copa Mundial de la FIFA. Aquí las cifras son todavía más dispares, en el 2010 el equipo masculino tenía un presupuesto de $420 millones, frente a $5,8 millones de las mujeres. Diez años después, en el 2023, el presupuesto del equipo femenino aumentó a $110 millones pero el de los hombres subió a $440 millones. Incluso el año que el equipo femenino trajo la copa a casa, debieron repartirse $10,5 millones, frente a $42 millones de los hombres no ganadores. 


Sin embargo, el problema no empezó en 1991 cuando se realizó la primera Copa Mundial de fútbol femenina, sesenta y un años más tarde que la Copa Mundial de fútbol masculina, sino que la FIFA y todos los equipos nacionales confabularon para sabotear la participación de deportistas mujeres en las ligas locales que llevó a un exitoso primer mundial de fútbol femenino del que nunca haz oído hablar: el Campeonato 1971, en México.


El documental del mismo nombre, Copa 71 (2023), dirigido por James Erskine y Rachel Ramsay, devela este episodio de la historia del fútbol que fue silenciado por cincuenta años para evitar que las mujeres accedieran a una profesión que les hubiera permitido independencia, confianza, valor, pero sobre todo, que hubiera inspirado a muchas otras generaciones de jóvenes a seguir el balón pie como su estrategia de vida. Este documental de visión imprescindible para todos, todas y todes los fanáticos del jogo bonito, recupera imágenes y videos originales del multitudinario evento ocurrido en México y organizado por empresarios mexicanos, en contra y sin la aprobación de la FIFA. Ni siquiera el éxito financiero de este temprano mundial convenció a la FIFA de abrir las puertas de sus estadios y dar acceso a su copa a las mujeres, por el contrario, utilizando el sabotaje, el chantaje y la testosterona cerraron la puerta a todos los equipos de mujeres locales que tenían pasión por este deporte, una puerta que se mantuvo cerrada por cincuenta años.


James Erskine y Rachel Ramsay entrevistan a jugadoras que participaron en la Copa del 71, jugadoras italianas, mexicanas, francesas, inglesas y las campeonas danesas, todas ellas sufrieron la censura de sus compatriotas al volver a su país y muchas no volvieron a hablar de su participación en la Copa hasta la filmación del documental. 


Aunque es un documental excelente también produce gran furia e indignación, comprobar, una vez más, la mezquindad de la supremacía masculina, la soberbia del patriarcado, el egoísmo de los hombres con poder. Ellos, la FIFA, el mundo entero tiene claro el poderoso mensaje de ver mujeres exitosas, de ver profesionales del deporte, ser campeonas y el poder de verse reflejadas en ellas por otras tantas, muchas, millones de mujeres que por primera vez se imaginan un destino diferente, un camino antes prohibido, el del deporte profesional. Esperemos que esta historia se multiplique, se repita y no se calle nunca más. 

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